Por Seminario #Otrasformasdeexistir
Sesión 6. 6 de octubre, 2020
Antonio Catrileo y Manuel Carrión, representantes de la comunidad epupillan mapuche de investigación-creación #Catrileo+Carrión saludan a la audiencia en mapudungun (lengua de la tierra) y abren una pregunta que permanecerá latente a lo largo de la sesión:
¿qué significa autodeterminarse como seres epupillan?
Epu significa “dos” y pillan “espíritu”. Pillan también es “volcán” y surge en el contexto de un archipiélago, una multiplicidad de islas atravesando procesos geológicos de formación (Chile). Esta palabra se refiere a seres que atraviesan las barreras de lo humano, que no sólo transitan entre las energías femenina y masculina —no es ciertamente una “identidad de género”— sino que habitan un devenir complejo entre energías humanas y más que humanas. Esta es una palabra que además llega a la ciudad como consecuencia de migraciones mapuches.
Catrileo+Carrión nos comparte los inicios de su trabajo a partir de un viaje a Neltume, territorio con una larga historia de resistencia en el sur, dónde encontraron una fotografía blanco y negro donde aparecen una monja (blanca), sentada al lado de una mujer (indígena). La primera mira directamente hacia la cámara, mientras la segunda desvía su mirada hacia el suelo, hacia la tierra, hacia lo no humano que reconoce en ella. Esta mirada desviada detona una serie de reflexiones.
La primera se refiere a la colonialidad de género como una colonialidad del espíritu, donde la fotografía da cuenta de las normas de género como algo ligado a una violencia colonial primigenia, a una moral cristiana evangelizadora.
La segunda, vincula la imagen a un cerro de aserrín situado en Neltume: un montículo de materia extraída y acumulada de los bosques nativos, el cual da cuenta de otro tipo de violencia. Catrileo+Carrión introducen la idea de la materia (mapu) como agente, y al cerro como un “bosque atómico” lleno de vida y en constante proceso de transformación.
La fotografía y el cerro, plantean “experiencias de empatía no humana” donde la noción de humanidad necesita ser desmontada como algo que se nombra desde el poder colonizador, de la cual se excluyen y a la cual se deben someter otras formas humanas de existir. Lo “humano” en mapudungun no distingue a la gente (che) de la tierra/materia (mapu), proponiendo una ontología relacional (ngen) en la cual territorio, seres y humanos se co-constituyen.
En este sentido, mencionan una acción en la cual transportaron 84 bultos de aserrín para luego regresarlos al cerro de aserrín, en un gesto donde la materia viaja para luego regresar. Posteriormente, realizaron una intervención sobre la superficie del cerro, en la cual desplegaron un lienzo con las palabras “Neltume señala el camino” en mapudungun. Ambas acciones reaccionaban al uso del aserrín como abono para monocultivos de arándanos y con ello, a los usos extractivos de la materia. Nos compartieron que su trabajo con la comunidad de Neltume se concibe a través de espacios de intercambio horizontal de saberes, en relación a la labor textil y su vínculo con la memoria.
Posteriormente, nos presentaron un diagrama en el cual se ilustran las posibilidades no binarias de los giros epupillan, y cómo estos han sido identificados en el tiempo. Esto los ha llevado a interrogar el lugar de lo epupillan en el mundo mapuche contemporáneo, el cual es un mundo atravesado por disputas propias donde las personas no heterosexuales parecen no tener cabida. Así, Catrileo+Carrión delinea otro tipo de comunidad mapuche. Nos muestran una acción en la cual visten kupan (atuendo femenino mapuche) y también los ropajes de la mapu: musgo y piedras que los confunden con la tierra. También nos relatan la posibilidad de leer otras historias del mundo mapuche aún invisibles, a partir de la fotografía de un hombre mapuche vistiendo prendas masculinas y femeninas.
Adriana Salazar abrió el diálogo con una pregunta sobre la potencia champurria, entendiéndola como un contrapeso a la idea homogeneizante y usualmente “blanqueada” de mestizaje, así como una subversión de una denominación peyorativa. Lo que derivo en la necesaria revisión y deconstrucción que se tiene que hacer sobre la noción de identidad, abordando y confrontando las complejidades que representa. En lo sucesivo hubo varias preguntas e intervenciones que ahondaron en otros asuntos importantes, tales como los límites y violencias de las identidades dominantes de género y orientación sexual, la biodiversidad (itrofil mongen) y el buen vivir (kume mongen). Así como las distinciones entre los relatos distópicos que produce el Antropoceno, y una visión de la utopía como posibilidad de otras experiencias de tiempo.
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